martes, 22 de junio de 2010

Los pibes de mi provincia


*Por Esteban Santantino

// Desde el año 2002 y a propuesta de la Organización Internacional del Trabajo, el 12 de junio es el “Día Mundial Contra el Trabajo Infantil”. En este marco, se presentó el pasado martes, por primera vez en la historia política de la provincia, un “Relevamiento sobre trabajo infantil y adolescente en la provincia de Santa Fe”. El mismo fue impulsado por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y ejecutado por docentes y estudiantes de la Universidad Nacional del Litoral.

En una primera etapa del estudio, se encontró que las principales actividades en las que se desempeñan nuestros pibes son la cosecha de algodón y de caña de azúcar, la caza de nutrias para vender sus pieles, el trabajo en los hornos de ladrillos y en los tambos artesanales, las cosechas de frutillas y labores de huerta y la pesca artesanal. Por otro lado, en el ámbito urbano, se destacan la venta ambulante, el trabajo doméstico, el cirujeo y “trabajo” en los basurales, la prostitución infantil y algunas actividades en supermercados.

El estudio propone como uno de los ejes de análisis, conocer las “representaciones sociales” en torno al tema, es decir, qué entendemos y qué significado le damos, cuando hablamos de trabajo infantil. Entrevistados algunos funcionarios públicos y miembros de organizaciones de la sociedad civil, se llegó a la conclusión de que “la noción de trabajo infantil se construye desde las imágenes más visibles, esto es, las actividades urbano-marginales realizadas por los niños en las grandes ciudades” aún cuando no sean, numéricamente, las más significativas.

Profunda paradoja nos presenta este hecho ya que en la provincia rural por excelencia, con altísimos niveles de producción agropecuaria y exuberantes sumas de dinero que ingresan por su exportación, no solamente vemos que el trabajo infantil es más significativo en actividades primarias, es decir rurales, sino que cuando nos preguntamos a nosotros mismos y a nuestros funcionarios por este tema, desconocemos que así sea y respondemos que los pibes que laburan son sólo los que vemos en las calles de nuestras ciudades, limpiando vidrios, escarbando en la basura, pidiendo monedas, quemándose con bolsitas de “poxiran”, para que duela un poco menos tanta realidad.

Otra de las más inquietantes conclusiones que presenta el estudio es que en buena parte de la provincia no se asume que hay trabajo infantil, ya sea porque no se lo ve o, peor aún, porque se lo considera natural para evitar “peligros de la calle”.

La vice gobernadora, Griselda Tessio, afirmó en el acto de presentación del estudio realizado que “el trabajo de los niños (…) está relacionado (…) con una concentración de la riqueza en pocas manos y muchas manos que no tienen nada que concentrar. Y los gobiernos progresistas, como el nuestro, tienen que luchar no sólo en los discursos sino con la acción".

Que la declaración es contundente, no parece ser refutable. Sin embargo, un poco más allá del hecho de que será el gobierno provincial el encargado de hacer honor a sus palabras o dejar que se vuelvan letra muerta, es acertado preguntarse qué lugar ocupamos nosotros, habitantes de esta provincia, frente a los pibes que no tienen la posibilidad de vivir su infancia.

Un buen diagnóstico no lleva necesariamente a la implementación de una buena política pública. Dependerá entonces del valor que como sociedad le asignemos a este problema, que se vuelva definitivamente inevitable para los funcionarios de nuestra provincia, lograr que las niñas y los niños en Santa Fe, no dejen su infancia ni en las zafras del norte ni en las esquinas de las ciudades, que puedan ser chicos y que puedan ser, indiscutiblemente, felices.

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