lunes, 22 de febrero de 2010

¿Es esto progresismo?

* Por Juan Martín Peretti

// Parece ser que al matrimonio Kirchner se le olvido o nunca supo el significado de la palabra progresismo. Su accionar gubernamental es, en general, incompatible a las ideas básicas por las cuales se formo este movimiento filosófico, ético y marcado por políticas audaces allá en 1789, en plena revolución francesa.


Hoy sus intenciones están a las claras. No hace falta mucho pensar para poder vislumbrar sus fines. En le último censo agropecuario, realizado por el INDEC, se dieron a conocer que entre el año 2002 al 2009 se perdieron 56961 explotaciones agropecuarias. Además de marcar un incremento en la concentración del negocio del campo, cada vez son menos los pequeños y medianos productores, mientras que los mayores terratenientes, en su mayoría extranjeros, siguen comprando hectáreas.


En materia de recursos naturales nuestros “neo progresistas” también marcaron su tendencia. Las corporaciones mineras no tienen la obligación de procesar nada en el país, están exentas de muchos impuestos y pagan mínimas regalías que oscilan del 1 al 1,5 por ciento anual. En 20 años de vida útil se llevarán 28 mil millones de dólares, 1400 millones por año.
La ley de los glaciares, donde se resguardaba el patrimonio de estos y se prohibía cualquier uso que pueda afectar su condición natural, destrucción, explotación minera y petrolífica, fue vetada por Cristina en 2008. Existe una organización canadiense llamada Barrick Gold que goza de los usufructos económicos proporcionados por la explotación de los recursos naturales en la Cordillera de los Andes. Claro está, fue la más beneficiada en la acción “progresista” de nuestra presidente.



Varios funcionarios y ex funcionarios kirchneristas acumulan causas por corrupción. Tres de los más importantes son la ex ministra de economía Felisa Meceli –encontraron en el baño de su despacho 100 mil pesos y 31 mil dólares- , Ricardo Jaime ex secretario de transporte de la nación –sospechado por más de una causa debido a enriquecimiento ilícito- y Julio de Vido, actual ministro de planificación federal, inversión publica y de servicios- sospechado por el caso Scanska-.
Es imposible obviar el gasto millonario de vuelos aéreos de nuestra presidente -casi ocho millones de pesos en cinco giras, sólo en su campaña electoral- y el inminente incremento del patrimonio matrimonial – en el último año fue del 158 por ciento, sumando los seis años que están en el poder haría un total de 572 por ciento-.



Siguiendo la metodología “progresista” de nuestro matrimonio presidencial, está el último negocio de Néstor Kirchner. La compra de dos millones de dólares en plena crisis internacional. Si bien la compra es legal, dista mucho de ser ética y moral. Mientras el mundo no sabía para donde salir del derrotero económico, nuestro ex presidente se da un “lujito” y adquiere divisas norteamericanas que, casualmente, después tuvo una gran repuntada y Kirchner fue favorecido por el beneficio cambiario.


Si uno no concuerda con sus ideas es de derecha. Yo no concuerdo con casi nada de sus políticas y no por eso me considero un facho. ¿Hasta cuando este gobierno va seguir flameado hipócritamente la bandera del progresismo? Sus discursos evocan a la izquierda y muchas de sus acciones van aparejadas con la derecha.


En la Argentina la brecha de pobres y ricos se incrementa cada vez más y la redistribución equitativa de la riqueza es un anhelo lejano por estos días. Los pobres lastimosamente seguirán siendo pobres y los ricos aun más ricos.


Este gobierno se tapa con la frazada de los derechos humanos, pero duerme bajo las sábanas de un capitalismo que no tiene fines ideológicos más que hacer negocios. Este gobierno parece hacer oídos sordos a los reclamos de los que menos tienen, en un país que pide imperiosamente un cambio político, económico y social.

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