martes, 8 de junio de 2010
Ayudar sin nada a cambio
*Por Elcar Eloy Grieco
// Gustavo Pintos pasó trece años de su vida en la cárcel. Desde el 2007 lleva adelante el Centro Comunitario Esperanza Unida y es concejero en el barrio Vía Honda. Se siente “recontento” con su presente y no duda un segundo en proyectar en beneficio de sus vecinos.
“He robado mucho, pero no pienso más en eso”, dice Gustavo Pintos, actual consejero barrial de Vía Honda, quien estuvo 13 años preso y desde hace tres años lleva adelante el Centro Comunitario Esperanza Unida. Todo parece desolador en la apariencia del barrio, menos los ojos de Pintos, que se llenan de lágrimas a la hora de hablar de los innumerables proyectos que tiene pensado llevar adelante.
Casas precarias, calles de tierra, falta de cloacas y agua potable y el pasto reseco de la histórica canchita de fútbol, que hasta hace poco cumplía la función de un gran basurero, conforman la postal que refleja la cara más triste de la ciudad. Cualquiera podría pensar que las palabras proyectos o futuro, en las más de mil familias del lugar, son términos casi olvidados. Pero la sorpresa es grande cuando Pintos, rodeado de niños que se acercan en busca de la copa de leche, dispara la frase que cumple las veces de arenga motivadora: “Por mi barrio lo voy a conseguir todo”.
Si bien este consejero barrial comenzó su adolescencia inmerso en el delito, nunca dudó en hacer todo en beneficio de los suyos. Con una vida que no cualquiera podría haber llevado adelante, desfilando por varias penitenciarías del país, pero siempre con una conducta intachable, Pintos hoy no duda en reconocer que está “recontento” con su presente.
-¿Cómo era su vida antes de ir preso?
Empecé a delinquir desde los 17 años en adelante, cuando mi madre quedó hemipléjica. No me gustó nunca robar una bicicleta o hacerle daño a cualquiera que pasara en el camino. Quería encontrarme bien, no sólo yo sino los que estaban alrededor mío. He pasado por muchos lugares y no quiero que otra persona pase por todo lo que yo pasé. Hoy en día lo puedo contar, pero no todos podrían hacerlo como lo estoy haciendo yo.
-¿Cómo fue la vida en la cárcel?
Mi vida en cárcel fue un ejemplo, como lo estoy haciendo en la calle. En cada cárcel tuve una actividad. En Olmos, primero, nunca trabajé. Tenía mis berretines de pibe y me gustaba pelear. No era lo mío pero me tenía que defender. Yo soy rosarino y vivir en otro lado muy fácil no le viene a los de Rosario. Viví gracias a Dios en todos lados porque sé que él me acompañó. Pude vivir en donde la mayoría no puede vivir así no más. En la cárcel no están todos los delincuentes, es un nido de ratas, de choros mal enseñados. Los delincuentes, que son mayormente los de guante blanco, están en la calle.
-¿Por cuántas cárceles pasó?
Primero fue Olmos. Estuve cuatro años y dos meses. Salí en libertad pero no duré mucho. Me llevan a Devoto donde estuve un año y algo. De ahí me llevan a Rawson por equivocación y me bajan en la Pampa, en la unidad 4, porque ya tenía la conducta como para poder salir con permiso. Duré nueve meses en la calle y después me trasladan a Coronda.
-¿Cómo fue el momento en que salió en libertad?
Te puedo contar de lo último. No quería salir con permiso porque encontraba que en la calle había más peligro que estando preso. El mundo allá adentro es lo mismo que acá afuera. Nada más que en la cárcel si tenés problemas no te escapás del otro, afuera lo podés esquivar. Tenés todo lo mismo adentro que afuera, nada más que faltaría una cosa especial para un hombre, una mujer. Pero hay muchos que transforman un puto como mujer.
El regreso al barrio.
-¿Cómo encontró el barrio cuando regresó?
Hay más peligro. Siempre hay más peligro. Pero tampoco podemos decir que los días pasados eran mejores que los de ahora. Me eligieron para consejero barrial en los presupuestos participativos y sé que la gente me va a apoyar porque yo siempre los apoyé en todo.
-¿Cómo surge la idea de crear el centro comunitario?
Le puse Esperanza Unida. La esperanza es mía y la unión de la gente. Y unir a la gente no fue fácil. Me han venido a buscar y me propusieron ser concejal. Yo les dije: “¿concejal de qué puedo ser yo?”. Lo mío es ayudar a la gente. Yo antes iba a robar y podía tirar un camión lleno de mercadería adentro de la cancha, pero hoy en día, gracias a Dios, tengo mi trabajo y sé que con mi sueldo también puedo ayudar a la gente. Me costó mucho moverme para conseguir el trabajo que tengo, para pelear por la gente. Me dio una mano la Municipalidad para demostrar que también se puede trabajar. A mí me sacaron a la calle los asistentes sociales y me han felicitado por todas las cosas que estoy haciendo.
-¿Qué fue lo que produjo este cambio en su vida?
Yo creo que no tengo un cambio de vida, yo siempre pensé en la gente que tiene que tener lo suyo, y siempre fue así. Muchos que estuvieron al lado mío me dijeron: “Loco por qué les das todo si no te dan nada”. Yo no doy para que me den, porque a mí me gusta dar, no recibir. Todo lo que yo doy, lo entrego de corazón, porque me gusta que todos estén bien.
-¿Qué hace o qué siente cuando ve a pibes del barrio que salen a robar?
Me da lástima, porque eso no es robar, es raterear. Hoy en día la mayoría está peleando por una bolsita de merca o de faso, y eso no es vida. Los pibes de 20 años se piensan que vivieron todo cuando recién están empezando a gatear. Yo tengo 39 años y recién voy a empezar a vivir. La mayoría está confundido.
-¿Qué le dice o qué le diría a esos pibes?
A la mayoría les gusta hablar conmigo. Supuestamente me escuchan, pero los que se van para otro lado se ve que no me escucharon nada. Pero está en poder de los padres decirles las cosas. Cuando te tropezás por algo te tropezás. Entonces hay que caminar en el aire, que quiere decir caminá despacio, cosa de no tropezarte. Yo pasé por todos esos lugares para poder decirle a otro: “Portate bien papi, que no creo que te la vayas a aguantar”.
Gustavo Pintos, hoy.
-¿Cómo es hoy en día su vida?
Vivo trabajando más que cualquiera que yo pueda ver. Veo que la mayoría se queja y yo me quejo pero de contento, porque voy para todos lados y cuando me llaman trato de estar. Me siento recontento de lo que estoy viviendo. Yo me lo esperaba todo esto, no es que me salió por salir, me lo esperaba porque me lo gané. Todavía no tengo suerte, ojalá algún día tenga suerte en la vida. Esa es la vida de Gustavo Pintos.
-¿Cuáles son los proyectos que tiene en carpeta para el barrio?
Por un lado, la iluminación del barrio, porque ya estamos poniendo las columnas. Después los senderos peatonales y terminar con la plaza que quiero hacer en la canchita. También quiero formar una asociación civil, que tenga un quincho o un galpón para que si alguno quiere hacer una fiesta o un cumpleaños, no tengan que alquilar y si no pueden en sus casas que tengan ese lugar. Sé que tarde o temprano lo voy a lograr, por mi barrio lo voy a tener todo. No soy Papa Noel, Superman ni Robin Hood, quiero que todos trabajemos, no yo sólo.
-¿Volvería a robar?
No, no se me cruza por la cabeza. He robado mucho, pero no pienso más en eso. No quisiera defraudar a nadie con todo lo que estoy haciendo. Tampoco quiero que el demonio que habita en cada uno, salga de vuelta. En cualquier momento me meto a la cárcel pero no como preso, sino para dar una mano.
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