martes, 8 de junio de 2010

Vuelo de Libertad


*Por Facundo Toscanini

// Desde mayo de 2001 funciona en la Unidad de Detención Nº 3 de Rosario el taller literario “historial de soledades”. Una experiencia luminosa dentro de un mundo de sombras.

Los poetas suelen decir que “la poesía sopla donde quiere”. Allí se produce un vuelo. Y entonces, cómo contar la historia de un vuelo. Si primero fue pluma o antes aire. Si el yo hizo alguna vez la remuda en el nosotros. Entonces plumas, entonces aires.


“Historial de soledades” no es un espacio terapéutico ni de recuperación. Es un taller literario, un espacio para la imaginación, la lectura y la escritura. La coordinadora es la poeta Susana Valenti, quien desde hace seis años concurre semanalmente a la Unidad de Detención Nº 3 donde junto a sus alumnos generan un espacio de reflexión donde la palabra poética es un derecho, un recurso autobiográfico para expresar lo innominado, lo perdido.

Comienzos
El taller literario comenzó a funcionar dentro del penal en mayo de 2001. “En ese entonces yo coordinaba el área de Letras de la Sala Lavarden y hacía, entre otras cosas, un encuentro de poetas, una antología, una lectura de poetas rosarinos y de distintos lugares del país. Cuando desde la secretaría de Cultura de la provincia me propusieron dictar un taller literario en algún penal de Rosario yo acepté inmediatamente. Para mi era un desafío muy grande, ver que pasaba con un taller de poesía en un penal.”, recuerda Susana Valenti.

Acercamientos
Al ingresar al penal, hay que atravesar cuatro puertas para llegar a uno de los patios centrales donde se encuentra el aula.
Una vez allí comienzan a llegar sus alumnos, “los chicos”, como los llama Susana, que recuerda que la primera vez que ingresó al penal y se entrevistó con ellos, éstos se presentaban a través de sus números de identificación y no con sus nombres. En esta condición fantasmática de estar fuera del mundo el hecho escriturado imprime un camino dentro del camino, un sobremundo, donde los internos construyen un ejercicio libertario, una expresión de sobrevivencia.
“Así fue como constituí un grupo básico con el que comencé a trabajar. Se fueron sumando algunos y yendo otros, no era fácil engancharlos. Porque la poesía es muy mágica pero a mi no me interesaba entrar al penal con facilismos. Corregía los trabajos hasta el hartazgo, no perdonaba una coma, un punto. De pronto hay gente que no comprende o no le interesa, que dicen esto no es para mi, entonces es difícil atraparlos. Ese es el segundo gran desafío, el de atraparlos en este mundo de la poesía”, recuerda Valenti.

Trabajo en equipo
Si bien el grupo de alumnos que concurren al taller es bastante móvil, ya que muchos de ellos salen en libertad, el espacio poético se ha mantenido a lo largo de estos seis años. El trabajo en el aula es de un gran compromiso y responsabilidad. La coordinadora remarca “que todos se ayudan a progresar, ya que por ahí hay personas que tienen dificultades para leer. Ellos se viven apoyando mutuamente. Es decir esta solidaridad, esta cofradía que tiene que existir entre ellos porque sino se los traga el grillete enserio”.
Una sola palabra puede dar pie al trabajo de taller en el que se intercambian preguntas, se dan búsquedas de sentidos con distintas palabras, se hacen trabajos grupales y se comparten los escritos. Lo cotidiano, lo esencial, Dios, el misterio, el amor, lo profundo, lo terrible, lo oscuro, algún vestigio luminoso penetran en esa inmovilidad interior como un modo de acceder “al otro lado”, confirmación inmutable del mundo exterior. No hay un método para trabajar porque la intuición es un factor importante para aprovechar las propuestas espontáneas que van surgiendo. Es un especio donde todos se escuchan y opinan respetando las apreciaciones del compañero.
“Los muros que nos rodean cotidianamente se vuelven invisibles con la escritura, con el hecho de pensar, de analizar, de reflexionar. La poesía es ese lugar que nos permite ir a otros lugares completamente insondables, son espacios misteriosos pero reales a la vez. Intangibles pero visibles. Es por eso que decimos que no existe un especio más luminoso que la poesía en un lugar espantosamente oscuro”, aseguran los alumnos.

Los libros
El trabajo realizado en el taller literario finalmente puedo cumplir uno de los objetivos planteados en un comienzo por su coordinadora que era el poder publicar un libro. Y no fue solo uno, ya llevan tres libros editados.
El primero de ellos vio la luz en 2002. “Este primer libro fue anecdótico porque ellos dijeron vamos a ponerle de título Entre la Oscuridad y Susana. Automáticamente yo me opuse. Entonces votaron y pusieron “Ente la oscuridad y la valenti-a”, haciendo de esta manera un juego de palabras con mi apellido”, cuenta Susana.
"Condición circular" se publicó en el 2003 y el título se relaciona con rasgos arquitectónicos del penal y con la misma condición de encierro. A la cárcel le llaman “La Redonda” porque hay un vestíbulo al que dan los pabellones que es redondo. El interno tiene un camino circular, va al gimnasio, a los talleres y después vuelve a su celda, es muy reducido su camino
"A centímetros del día" es el último libro y el más logrado según Susana: “este penal está prácticamente en el centro de la ciudad, no es Piñero, ni Las Flores (Santa Fe), están a centímetros de la calle, ahí nomás está la vorágine cotidiana, está a centímetros del día”. En esta publicación hay voces masculinas y femeninas ya que participaron a modo de experiencia piloto chicas internas de la Unidad Nº 5.
La presentación de los libros es un momento muy esperado tanto para los internos como para la coordinadora. Es el momento en donde los alumnos están defendiendo su nombre personal en contra de su número, porque allí ellos son presentados con sus nombres, sus datos personales y sus proyectos para el futuro.
Cuenta Valenti, que “cuando termina las presentaciones de los libros, la gente los espera afuera y los vuelve a aplaudir. Y ellos salen esposados y entre sus manos esposadas llevan el libro en alto, entonces eso es un emblema de la libertad enserio. Como la palabra los libera de verdad”.

El vuelo
“Historial de Soledades”, es una idea, son voces que soplan. Pluma o aire, primero, antes, cuando querían ser voz.
Ahora mano, de trabajo y diferencia, de soledades y encuentros (muy de vez en vez) mano que vuela, convertida en ala.
Entonces la mano se convierte en ala. Y el yo monta el potro del nosotros.
Seis años después, aquella idea del comienzo, ya libre, ha crecido, sufrido, amado y peleado tanto, como cada uno de “los chicos”.
Susana ha sido la madre de cada uno ellos.
Han escrito poesía, desesperados.
Han sufrido como propia la condena ajena.

Hoy, dentro de estos muros, la poesía le ganó la pulseada a la oscuridad.
Y tal vez, estos “chicos” que mantienen viva la llama de la poesía en las sombras, también sean más libres y dignos que en 2001.
Lo cual demuestra que no todo está perdido.


LOS CHICOS, en voz propia
Al ingresar al aula, allí se encuentran ellos, “los chicos”, los alumnos de Susana Valenti. Están todos, un puñado de rostros casi invisibles que empiezan a hacerse visibles a través de la poesía. “Son como una población fantasma, como desaparecidos de la sociedad, parte de las penas es desaparecerlos, desde aquí queremos demostrar que desde los lugares menos pensados los poemas florecen”, dice Susana a modo de presentación.
“Este es un lugar donde cada uno aporta sus ideas, donde todos nos escuchamos. Cada clase es inolvidable y aprendemos siempre. Somos eternos aprendices. Una vez que vos aprendes a expresarte y a escribir sos libre”, comienza Mauricio.
“Una palabra es siempre un disparador, un inicio. Aquí descubrí muchas cosas que quizá de no haber pasado por este lugar nunca la hubiese descubierto. Encontramos mucho apoyo humano. Descubrí la capacidad que uno tiene para progresar y descubrir todo lo que está guardado dentro de uno. Mientras exista un lápiz y un papel nunca sufrirá mi libertad”, dice Néstor.
“Llegar a una prisión es encontrarnos en un cuarto a oscuras y la poesía es lo que ilumina. Mientras haya un lápiz y un papel y nos podemos comunicar siempre habrá poesía”, cuenta José.
“A pesar de este contexto de encierro, cuando uno se siente libre de imaginación, podés llegar a volar, a crear y a escribir cosas hermosas y eso no te lo puede quitar nadie”, se anima Roberto.
“Aunque parezca paradójico esta hoy es nuestro lugar y aquí también podemos encontrar belleza. La experiencia de este taller la estamos viviendo intensamente y la disfrutamos mucho. Aquí vamos aprendiendo ese camino de poder escuchar al otro a mi compañero y descubrirnos en él”, la voz de Raúl.
Susana inicia la clase leyendo una poesía de Borges, “Historia de la Noche”. El lugar es pequeño, con poca luz. De hecho la ventana por la que deberían entrar los, al menos escasos, rayos de sol está tapiada. El perímetro de la habitación no respeta las medidas convencionales. Se asemeja más a un pequeño triángulo. Un puñado de pupitres y un pequeño pizarrón la completan.
Allí, sobre ese fondo tan negro como los rincones del penal, se puede leer prolijamente escrita una frase que sintetiza ese especio “La poesía es un rincón luminoso donde nadie puede hallarnos”.
“Cuando Susana nos pidió que definiéramos lo que para nosotros representa la poesía a mi si me ocurrió esa frase”, cuenta Leonardo que es uno de los alumnos que primero se acercó al taller. Y continúa “si bien esa frase se me ocurrió a mi ahora ya es de todos, de alguna manera nos define como grupo”.
Así es como cada martes, en este lugar tan oscuro y con aquella ventana tapiada, ellos se permiten un momento de escritura, de reflexión. Un verdadero vuelo de libertad.
Las voces son muchas y sin embargo se convierten en una sola que trata de alcanzar lo que está afuera, lo que incompatibiliza con el muro, concebido como un tiempo que se cumple, como un espacio circular o como una recta en la que queda intacto el abandono y que se vuelve legible señalando el extravío del encierro.

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