lunes, 23 de agosto de 2010

Plumas de cuero // A centímetros de la línea de cal

*Por Facundo Toscanini

// Todos los Fuegos, el fuego es el título que eligió Julio Cortazar para dar nombre a uno de sus libros de cuentos publicado en 1966. También será el título de este nuevo segmento que hoy estamos presentando. En aquél relato, Cortazar nos presenta dos historias con argumentos parecidos y paralelos que desenlazan en un final común: el fuego. En el cruce de historias, se presentan dos triángulos amorosos y es a partir de ellos que Cortázar pretende pintar el fracaso amoroso en la sociedad causado por la incomunicación.
¿Cuántas veces en nuestra cotidianidad se presentan los fracasos amorosos y la incomunicación? De hecho estamos atravesados hoy en día por la no-comunicación y por el discurso vacío que nos llevan a grandes fracasos. Tal vez exista un terreno en donde verdaderamente nos encontremos y nos comuniquemos. Una segunda dimensión en donde las distancias entre el dicho y el hecho sean más cortas, más directas. Y tratando de encontrar ese lugar pensé en el fútbol.
El deporte más popular del mundo, que ha sido definido como “religión de laicos” y “opio del pueblo”, guarda una historia alternativa poco conocida y deliberadamente omitida, que tiene una faceta que lo vincula a formas organizativas de la clase trabajadora y a manifestaciones de resistencia y rebeldía. Y esta historia ha sido y es contada y relatada a través de la literatura.
Son cada vez más los escritores que viran su barco literario hacia las costas vírgenes de los cuentos de fútbol, donde existe una temática aun sin explotar que roza muchas veces lo mítico.
Hace ya algunos años, un colega periodista, me obsequió un libro de cuentos de Mario Benedetti, donde el autor en uno de sus cuentos contaba con maestría las vicisitudes del fútbol. Allí terminé de comprender que este deporte seguido por millones de fanáticos en todos los rincones del mundo ya estaba presente en la literatura. Y no es para menos, entendiendo que el autor uruguayo, tal vez sin querer había fundado el género. El cuento llamado “Puntero izquierdo”, de 1954, comenzó a abrir tímidamente un camino que lentamente seguirían otros escritores. El “negro” Fontanarrosa es quien mejor interpreta la locura y la pasión que genera el fútbol, además logra desde el punto de vista de la estética, amalgamar impecablemente el dibujo con el discurso narrativo-descriptivo partiendo siempre de la temática del “deporte de los pies”. Osvaldo Soriano retrata como nadie los partidos de los pueblos del interior y sus ritos. Hasta el gran Osvaldo Bayer se le animó a la redonda con su imprescindible “Fútbol Argentino”. El historiador entra en la cancha y juega el partido del fútbol grande de la historia. Mientras que el sentimiento de barrio, el desafío de calzarse los botines y enfrentarse a otra barra o de jugar con una Tango; el registro de voces del Conurbano y sus personajes, son territorio de Eduardo Sacheri.
Nacido en Capital (actualmente viviendo en Ituzaingó, provincia de Buenos Aires); este joven escritor y profesor de historia entró por la puerta grande de la literatura con su libro “Esperándolo a Tito y otros cuentos de fútbol”.
Obra integral sostenida por catorce cuentos con un estilo sencillo pero abrasador, es la carta de presentación de un autor hasta ahora desconocido en las huestes literarias de consumo masivo. Sacheri apela sin lugar a dudas a la función emotiva del lenguaje que se traduce en un discurso que toma los signos propios del barrio, ese lenguaje que todo el mundo decodifica instantáneamente sin el menor esfuerzo auditivo.
Cuentos como “Me van a tener que disculpar”, esa genial justificación de Diego Maradona en la que habla del jugador sin nombrarlo o el mismo “Esperándolo a Tito”, una magnífica idealización de la amistad, son, o tal vez se transformen en dos piezas literarias difíciles de superar. Le siguen a mi gusto por orden:“Valla invicta” y “Ángel cabeceador”, dos relatos con simétrica temática, “Independiente, mi viejo y yo”, “De chilena”, “El sueño de Nicoletti” y una genial plegaria a Dios llamada “Oración con proyecto de Paraíso”.
Un medio masivo como la radio no ha quedado, ya en lo oral, ajena al relato cuentístico-futbolero. En el programa “Todo con afecto” de radio Nacional conducido por Alejandro Apo, se leen cuentos de fútbol enviados por los oyentes desde 1996. Teniendo en cuenta este dato, no sería inoportuno afirmar que los “juglares” de la radio, conscientes o no, están narrando verdaderas historias humanas que hablan de triunfos y de fracasos en el ámbito del botín y la pelota.
Un viejo adagio de Shopenhauer dice: “nada de lo humano me es ajeno”. Cabría decir lo mismo sobre literatura. Esta vieja pasión tal vez nacida en la soledad mental de Homero, se abraza y gime desde otra tribuna y que en este caso es la misma: el fútbol con todas sus variantes y simetrías humanas, con todo lo fundamental que tiene el sentimiento hacia una disciplina deportiva.
Hay un camino trazado en el género cuento por el cual hoy transita parte de la buena narrativa argentina y que rápidamente está consiguiendo lectores y fanáticos de la especie. Ya hay sitios en Internet que publican cuentos “redondos” que mandan los cibernautas desde todas las ciudades de Argentina y buena parte de países latinoamericanos.
Este es el camino hasta ahora transitado. Habrá que esperar que la literatura futbolera consiga lo que consiguió el fútbol en la sociedad moderna desde el momento que lo importamos y lo hicimos carne. Habrá que esperar que a algún fabricante de lapiceras se le ocurra hacer una pluma de cuero, digo no?, por la pasión...

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