lunes, 15 de noviembre de 2010

Lo mejor de nuestra democracia // Cómo escuchar a Carrió y no desesperar en el intento

*Por Esteban Santantino

El acontecimiento político de la semana fue sin dudas el tratamiento de la ley de presupuesto. Es positivo que una instancia que durante muchos años se reducía a una mera formalidad, haya tenido tal relevancia y esté todavía en tratamiento parlamentario. Todos los resortes institucionales, e informales, del Congreso moviéndose a pleno para que pueda aprobarse esta ley, parece ser una clara imagen de que hay cosas que andan bien.

Sin embargo algunos actores siguen generando esos “cacareos” mediáticos que nos alejan de la política, al menos en su forma institucional. Y es por esto que un análisis profundo del tema y los hechos exigen una lectura distanciada de estos actores y, aún cuando la referencia sea obligada, los detalles pueden ser soslayados.

El congreso anda bien, porque no fue fácil para ninguna de las fuerzas políticas que tienen representación parlamentaria acometer con sus intenciones. Todas, absolutamente todas, tuvieron que sentarse a negociar. Tuvieron que buscar, con mayor o menor resultado, consensos al interior de sus bloques y tuvieron que buscarlos afuera. Tuvieron que analizar y decidir, qué podían ceder y qué no.

¿Qué otra cosa es la política de las instituciones democráticas, sino un juego de intereses que mientras más equilibrado es, más difícil se hace para los jugadores definir sus estrategias y más enriquecedoras resultan sus consecuencias?

Es por esto que el oficialismo no pudo aprobar sin más su proyecto, y necesita sí o sí sentarse a negociar y trabajar una propuesta que sea representativa de la mixtura de fuerzas elegidas por el pueblo, que habitan el Congreso. En este sentido, siguiendo el argumento del Dip. Agustín Rossi que comparaba este escenario con el de los períodos legislativos 87/89 de Alfonsín y 97/99 de Menem, para pedir que se apruebe el proyecto sin discutirlo tanto, podemos asegurar que por suerte el escenario actual es distinto al de aquellos años, que derivaron en tan trágicas experiencias.

Es por esto también, que el bloque del PRO tuvo seis ausencias sobre once, que Proyecto Sur, con la disidencia de Bonasso dentro de su propio bloque, se abstuvo en la primera votación y fue uno de los suyos, el Dip. Lozano, el que propuso la vuelta a comisión y ganó en la segunda votación. Es por todo esto que la teoría de un nuevo pacto de olivos no le pega al radicalismo.

“Es la política imbéciles” podríamos decir acomodando la frase del ex presidente estadounidense Clinton.

¿Cuál es la necesidad de la denuncia permanente? ¿Qué dice sobre una persona el hecho de que esté constantemente señalando que el resto de los mortales están equivocados, son corruptos y ladrones, todos, claro está, menos él, y los suyos?

Los proyectos de ley de presupuesto 2011, el del oficialismo, el del grupo A y el de la centroizquierda, están de nuevo en comisión. Queda por decir, que en las instituciones democráticas, cuando las voluntades se ven forzadas a consensuar sobre la base de acuerdos lícitos y legítimos, el resultado es siempre mejor que cuando una voluntad puede imponerse sin sobresaltos.

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