martes, 9 de noviembre de 2010

Mentiras que matan // El hambre de los pibes y los datos del gobierno

*Por Esteban Santantino

Esta semana la palabra muerte volvió a recorrer muchos medios. No me refiero a la muerte de Mariano Ferreyra que sigue impune, inexplicada e incomprensible. No me refiero tampoco a la muerte del ex presidente Néstor Kirchner que sigue y seguirá siendo objeto de interminables análisis de todo tipo. Me refiero en esta ocasión, a una muerte que viene acompañada de conceptos que la hacen aún más dolorosa y aún más inentendible.

La muerte por desnutrición infantil encierra tanto espanto en sí misma, que es imposible analizarla como si se tratase de la decisión de un funcionario con la que no estamos de acuerdo.

La muerte de 3 chicos con cuadros severos de desnutrición infantil en Misiones despertaron un debate, un eternamente repetitivo debate, en torno a la pobreza en el país, y más específicamente en el noreste argentino.

“La mortalidad infantil es un problema. Se mueren por la pobreza.” Dijo el gobernador de Misiones Maurice Closs, aunque también agregó que "El año pasado se murieron 329 niños (…) Este año ya se murieron 206 chicos, pero el año pasado a esta altura se habían muerto 253". Remedio de tontos será pensar que según dijo el gobernador… por lo menos estamos mejor que antes.

Un informe especial publicado el último 26 de abril, hace más de medio año, por www.diariosalud.net, con el título “la invisibilización de la desnutrición infantil en Misiones”, afirma que al cambiar las tablas de medición de origen nacional por las que utiliza la Organización Mundial de la Salud, la estadística sobre “niños de 6 meses a 5 años con desnutrición global” disminuyó en un 50%.

Para que sea más claro, el informe incluye las palabras de María Alvez, la encargada de un puesto de salud de Misiones quien aseguró que “lo que sucede es que (…) la mayoría de los chicos que antes figuraban como desnutridos hoy son chicos normales para las estadísticas. Entonces pierden el derecho a recibir asistencia como por ejemplo leche y hierro, por supuesto también quedan marginados de tratamientos especiales, y es así como en vez de solucionarse el problemas de la desnutrición, se expande, pero las estadísticas son muy lindas”.

El docente misionero Rubén Ortiz fue un poquito más lejos y aseguró que "En Misiones hace rato que venimos denunciando un genocidio social con la desnutrición. El gobernador miente (…) En la única escuela que cocina para los niños en la ciudad de Montecarlo, el Estado le da 50 centavos por alumno por día... ¿de qué nutrición me hablan?"

Denunciar que lo que hacen es “romper el termómetro para esconder la fiebre” es un lugar común de obligada referencia, tan obligada como recordar los irrisorios datos del INDEC en materia de inflación, un verdadero flagelo para los sectores más humildes de nuestro país, cuyo presupuesto se destina mayoritariamente a alimentos. Sin embargo existe otra mentira que es bueno recordar. El Ministro de Salud de la Nación Juan Manzur, también se desempeñó como ministro de Salud provincial en Tucumán, entre 2003 y 2007. Allí se gano el apodo de “el milagrero” tras reducir en menos de tres años, los índices de mortalidad infantil de 25 por mil al 12,9 por mil. Sólo falta decir que este logro estadístico respondió a una manipulación de los índices, al no registrar las defunciones de los bebés con menos de 500 gramos.

Finalmente surge la sensación de que entonces, sí se puede analizar estas muertes como si fuesen la decisión de un funcionario con la que uno no está de acuerdo. Es que no se puede estar de acuerdo en que una economía crezca a niveles históricos, produzca alimentos para 400 millones de personas y aún así se sigan muriendo pibes porque les falta un plato de comida. No se puede estar de acuerdo en que por conveniencia se manipulen las estadísticas que grafican la inflación y la pobreza, la tasa de mortalidad y la desnutrición infantil. No se puede simplemente porque esas, son mentiras que matan.

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